Marcelo Odebrecht, el empresario que creó un imperio de la construcción y hoy está en el centro del escándalo de corrupción que sacude a los gobiernos de América Latina
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Derechos de autor de la imagenAFPImage captionMarcelo Odebrecht fue condenado a 19 años de prisión.
El apellido Odebrecht ha quedado irremediablemente atado a uno de los escándalos de corrupción más grandes en la historia de América Latina.
Y en medio de todo el huracán, está la figura de Marcelo Odebrecht, un ejecutivo de 47 años, que pasó de ser el gerente de una de las firmas de construcción más grandes del mundo, a tener temblando a gobernantes y mercados de la región con sus confesiones de corrupción a las autoridades judiciales brasileñas.
En el giro más reciente, un juez de República Dominicana aprobó este miércoles una multa de US$184 millones a la compañía, la cual buscaba llegar a un arreglo judicial después de haber admitido el pago de sobornos a funcionarios para ganar contratos en el país caribeño.
Y, un día después, se supo también que el Consejo Nacional Electoral de Colombia -que investiga la presunta financiación ilegal de Odebrecht a las campañas electorales del presidente Juan Manuel Santos- había citado al mismo mandatario a prestar declaración.
Derechos de autor de la imagenAFPImage captionSantos es uno de varios presidentes y expresidentes latinoamericanos mencionados en el escándalo.
Pero hasta 2015, antes de que se desatara la tormenta, Odebrecht tuvo una vida cómoda y exitosa al frente de la que era una de las multinacionales emblemáticas de Brasil.
Desde entonces, su existencia ha tenido un giro dramático que lo tiene en la prisión.
Hoy busca reducir su pena con declaraciones a los tribunales que implican en sobornos a grandes figuras económicas y políticas de la región.
El príncipe
Marcelo Odebrecht creció como un heredero.
Su abuelo Norberto, descendiente de alemanes, fundó la empresa de construcción en 1944, basándola en la ciudad de Bahía, en el norte del país.
Bajo la generación de sus padres, la firma se extendió más allá de cualquier expectativa. Durante el gobierno militar que tomó el poder en ese país en 1964, la empresa Odebrecht empezó a construir carreteras, hidroeléctricas y centrales nucleares como la de Angra dos Reis.
Derechos de autor de la imagenAFPImage captionLa constructora llegó a ser una de las mayores del mundo.
Con el tiempo, la empresa llegó a ser considerada como uno de los mayores grupos industriales de Brasil, con negocios en los sectores de energía, biocombustibles, defensa y petroquímica, entre otros.
En 1979, la compañía Odebrecht comenzó a operar en el extranjero, construyendo proyectos hidroeléctricos en Perú y Chile.
Desde entonces, y frecuentemente con apoyo de préstamos del gobierno brasileño, amplió sus operaciones en casi toda América Latina, en varios países de África y en Estados Unidos. Se convirtió en la mayor constructora de la región y una de las mayores del mundo.
Entre tanto, el nieto del fundador, Marcelo, estudiaba ingeniería civil en la Universidad Federal de Bahia, en su natal Salvador. Después se especializó en la escuela de negocios IMD de Lausana, en Suiza.
Para 1992 se había vinculado al negocio familiar. Y en 2008, sin haber cumplido los 40 años, asumía las riendas de esa multinacional brasileña.
Milagro económico
En los siguientes siete años, la empresa floreció a la par que se daba un nuevo "milagro económico brasileño" bajo el gobierno de Luis Inacio "Lula" da Silva, y después de 2010, con su sucesora, Dilma Rousseff.
Brasil era la estrella de las naciones emergentes. Una bonanza en el precio de commodities de exportación había llenado las arcas del Estado, que a su vez emprendía un extenso programa de asistencia social que sacaba a millones de personas de la pobreza.
Derechos de autor de la imagenAFPImage captionLas obras de Odebrecht se extendieron por toda América Latina.
Al tiempo, los gobiernos brasileños emprendían enormes obras de infraestructura, desde estadios para el Campeonato Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos, hasta aeropuertos, ferrocarriles y autopistas. Y como si esto no ofreciera suficientes oportunidades de negocios para Odebrecht, se abrían frentes de trabajo de la multinacional en más de 20 países.
Para 2015, sin embargo, el milagro empezó a desbaratarse rápidamente. La "Operación Lava Jato", una investigación sobre corrupción en contratos públicos, puso a la firma Odebrecht en la mira.
Marcelo fue arrestado en junio de 2015. En diciembre de ese año dejó su puesto ejecutivo en la empresa. Y en marzo de 2016 fue condenado por el Tribunal Federal de Curitiba a 19 años y cuatro meses de prisión por haber pagado más de US$30 millones en sobornos a funcionarios de la estatal petrolera Petrobras para obtener contratos.
Desde prisión, el ex ejecutivo tuvo que ver como su firma sufría las devastadoras consecuencias de haber sido señalada por la investigación de Lava Jato, justo al tiempo que la economía brasileña se derrumbaba y el gobierno, ahora en graves dificultades financieras, recortaba los planes de obras que antes habían nutrido el crecimiento de Odebrecht.
Las delaciones
Marcelo Odebrecht aguantó apenas algunos meses en la cárcel antes de decidirse a colaborar con la justicia en busca de una reducción de penas.
A comienzos de este año se conoció que estaba en curso una negociación durante la cual el ex gerente empezó a ofrecer a los jueces declaraciones sobre sobornos de la empresa que enlodan a altos dirigentes políticos en Brasil y muchos otros países.
En una entrevista concedida a BBC Brasil en el momento de la detención del ejecutivo, el periodista y escritor uruguayo Raúl Zibechi, autor de un libro sobre el ascenso de las multinacionales brasileñas, aseguraba que la compañía "revolucionó la industria de la construcción" en el país con un método de funcionamiento "muy agresivo y eficiente", gestado por el fundador, Norberto, y transmitido a sucesivas generaciones de la familia.
Derechos de autor de la imagenAFPImage captionOdebrecht ha negociado con la justicia para buscar rebaja a su condena.
Marcelo Odebrecht parece haber llevado a esa agresividad a un extremo que puso a su empresa en el centro mismo del peor escándalo de corrupción en Brasil y uno de los más graves que se hayan conocido en América Latina.
Está por verse cuál será el resultado de la negociación que el antiguo ejecutivo logre con los jueces brasileños.
Pero, puede que lo recuerde la historia de Marcelo Odebrecht, más que los resultados empresariales que alguna vez consiguió para su firma, sea el impacto político de sus escandalosas confesiones sobre los sobornos que repartió por el continente entero.
Derechos de autor de la imagenREUTERSImage captionChinnagodangy Palanisamy dice que se verán obligados a comer ratones si la crisis agrícola no mejora.
La semana pasada, Chinnagodangy Palanisamy, de 65 años, sostuvo un ratón vivo entre sus dientes para llamar la atención del gobierno de India sobre la difícil situación de los agricultores en Tamil Nadu, su estado natal.
"Mis compañeros del campo y yo estamos tratando de transmitir el mensaje de que nos veremos forzados a comer ratones si las cosas no mejoran", me dijo, sentado en una carpa improvisada cerca del observatorio Jantar Mantar de Delhi, una de las zonas de la capital india donde se permiten protestas.
Tiendas de campaña y la calle han sido el hogar de Palanisamy y sus 100 compañeros durante unos 40 días. Provienen de los distritos afectados por la sequía del estado sureño de Tamil Nadu, uno de los más desarrollados de la India.
Parece ser que India se olvidó de la sequía, por lo que Palanisamy y quienes lo acompañan montaron una protesta única y llamativa para presionar la acción del gobierno.
Exigen abundantes fondos para la reducción de la sequía, pensiones para los agricultores ancianos, una exención en el pago de los préstamos agrícolas, mejores precios para sus cultivos y una interconexión de ríos para irrigar sus tierras.
Usando sarong y turbantes —vestimenta tradicional— , estos agricultores han incluso utilizado cráneos humanos que dicen pertenecen a agricultores muertos.
También han sostenido ratones vivos con la boca, se han afeitado la mitad de la cabeza, usado saris de mujeres, cortado las manos para gotear "sangre de protesta", rodado su cuerpo desnudo sobre macadán hirviendo y realizado funerales falsos.
Derechos de autor de la imagenREUTERSImage captionLos manifestantes dicen que los cráneos pertenecen a agricultores que se quitaron la vida.Derechos de autor de la imagenREUTERSImage captionMás de 100 agricultores del área de Tamil Nadu han protestado en Delhi por más de 40 días.
Los manifestantes también se desnudaron cerca de la oficina del primer ministro, en el corazón de la ciudad, luego de que este supuestamente les negara una reunión.
Los bomberos rescataron a un manifestante que intentó colgarse de un árbol en el lugar. Muchos de ellos fueron llevados al hospital y tratados por deshidratación aguda.
Agricultores endeudados
Algunos se quejan de que los medios de comunicación de Delhi han pintado su protesta como un espectáculo exótico, sin retratar el dolor y la desesperación que la conduce.
Un comentarista escribió que la protesta tenía una "proporción absurda donde la performance se volvió el fondo y la protesta misma se perdió".
En Tamil Nadu, donde más del 40% de la población vive de la agricultura, la falta de agua debido a la escasa pluviosidad, los bajos precios de los cultivos y la disminución del acceso al crédito formal ha creado la que posiblemente es la peor crisis agraria en décadas.
Derechos de autor de la imagenREUTERSImage captionMuchos de los manifestantes se han cortado las manos.
Esta protesta en Delhi resalta el impacto de la sequía, la deuda y las políticas agrícolas disfuncionales de India: el crecimiento de la agricultura se ha reducido a un preocupante 1,2% y decenas de miles de agricultores están luchando con deudas y pocos ingresos.
Hubo un tiempo, no hace mucho, relata Palanisamy, en que su granja de 1,8 hectáreas en Tiruchirappalli producía abundante arroz, caña de azúcar, legumbres y algodón. También había una rebosante cosecha de mangos y cocos.
Golpeada por años de sequía, la finca de Palanisamy hoy es prácticamente estéril.
Dos de sus hijos, que ayudaban a su padre a la granja, se vieron obligados a aceptar pequeños trabajos para lograr llegar a fin de mes. No hay dinero para pagarle a sus cinco trabajadores. Los préstamos por unos seis millones de rupias (US$ 9.287) se han acumulado y él ya ha empeñado una gran cantidad de oro de la familia como garantía.
Image captionTamil Nadu ha sido golpeado por la sequía durante los últimos dos años.
"Esta es la peor crisis agrícola que he visto en toda mi vida", dice Palanisamy. Él pertenece a la segunda generación de agricultores de su familia. "Nunca he vivido una crisis de este tipo."
No es el único. En los distritos afectados por la sequía, 58 agricultores endeudados se han quitado la vida desde octubre del año pasado, según las autoridades. Y una asociación de agricultores locales insiste en que el número de suicidios relacionados con la explotación agrícola y muertes de agricultores ya suman más de 250.
Uno de ellos fue el propio cuñado de Palanisamy, quien se enfermó, se negó a recibir tratamiento y se "empujó a la muerte" en noviembre. Estaba ahogado por los préstamos que había adquirido para comprar un tractor y un pozo para irrigar su granja.
Espíritu inquebrantable
Dirigidos por un carismático abogado y agricultor, los manifestantes de Jantar Mantar tienen un espíritu inquebrantable.
La mayoría de ellos, como Palanisamy, viajaron en marzo a Delhi, cuando el clima estaba "bastante frío". Por la noche, muchos de ellos durmieron a la intemperie y soportaron las picaduras de los mosquitos.
Los agricultores cuentan historias de sus aldeas, donde la falta de agua ha secado sus árboles y dejado el paisaje estéril. Intercambian historias de préstamos acumulados que le han pedido a bancos y prestamistas.
Algunos se quejan de que los medios están más interesados en el espectáculo que en el problema. Son hombres y mujeres que, dicen, han luchado duro toda su vida contra las adversidades.
Derechos de autor de la imagenAFPImage captionLos bomberos debieron rescatar a este manifestante que amenazó con quitarse la vida colgándose de un árbol.
Palanisamy, por ejemplo, pertenece a una tribu de cazadores recolectores de las más desfavorecidas de la India.
Estudió hasta la escuela secundaria, obtuvo un certificado como profesor agrícola y fue empleado en un anganwadi —un centro de cuidado madre-hijo patrocinado por el gobierno— hasta su jubilación, incluso mientras cultivaba en su finca.
Sus tres hijos también son trabajadores. Dos de ellos obtuvieron títulos en ingeniería y ayudaban a su padre en la granja. Su cuñado, que se quitó la vida, usó el dinero que ganó en la agricultura para enviar a su única hija a estudiar enfermería.
Son símbolos de la dura movilidad social que sufren los más pobres de India, y también ejemplos de cómo una prolongada crisis agrícola puede devolverlos a una existencia precaria.
Derechos de autor de la imagenAFPImage captionLos agricultores dicen que no detendrán las protestas hasta que el gobierno los escuche.
Cuando cae la noche y el ruido se aleja, a veces Palanisamy saca su diario y garabatea furiosamente. Recientemente escribió algunos versos, recordando los tiempos difíciles. Es una elegía inquietante para la agricultura en India:
Está muerta / está muerta / la agricultura está muerta
Es agonía / es agonía / esta muerte de la agricultura