Sunday, 7 February 2016



Confusio 
En la larga historia de China destaca un hombre que ejerció una influencia tan grande en la sociedad, que incluso se dejó sentir en el sistema comunista del país. Este hombre fue el filósofo Kung Fu-tse, conocido en el mundo occidental como Confucio. Kung Fu-tse significa “maestro K’ung”. Hay un hecho que nunca debe perderse de vista, porque se presta a error: Confucio no fue un fundador de religión, sino un filósofo, maestro y político de dimensiones fuera de lo común.
Confucio -le llamaremos por su nombre latino, por ser el más conocido- vivió de 551 a 479 a. de J.C. De su vida sabemos muy poco, porque los siglos han tejido a su alrededor una maraña de fábulas y leyendas. Posiblemente descendía de una familia noble venida a menos. Gracias a su clara inteligencia, finalmente llegó a ser una de las personas más sabias que jamás haya tenido China.
Biografia de Confucio Religiones de Oriente Pensamiento DoctrinaConfucio es el nombre que aparece en primer lugar en la literatura, en la filosofía y en la historia del pensamiento de la China, donde este gran pensador vivió hace 2500 años. Fue, además, el primer reformador político. Los primeros datos biográficos que se conocen de él son del siglo II a. C.
Había nacido en 55 a. C en Tsou, pequeño estado feudal de Lu, en el sudeste de la actual provincia de Shantung(en el nordeste chino). Se afirma que descendía de la familia real de Shang, que constituyó la segunda dinastía china. Su padre había sido gobernador de Tsou a la edad de setenta años y se había distinguido en empresas militares.
Los primeros misioneros jesuitas derivaron la forma latinizante Confutius y Confucius hasta llegar al “Confucio” de hoy. El nombre proviene de Kun-FuTzu o Maestro Kung.
El sistema político de la época se basaba en el feudalismo sorprendentemente similar al de occidente medieval. Los señores feudales se negaban a obedecer al poder central que se volvió cada vez más débil. En estas circunstancias, aparece la figura de Confucio.
Desde los treinta hasta los cincuenta años, se dedicó al estudio y a la enseñanza. Filósofo político y social, sentía la necesidad de llevar a la práctica sus teorías.
A los cincuenta años fue magistrado y, luego, encargado de obras publicas. Más tarde fue designado secretario mayor de justicia y, finalmente, en el 496 a.C., primer ministro del monarca. En esa situación, demostró ser un hábil administrador y restableció algo del orden político y la igualdad social. Confucio opinaba que la armonía política debía basarse en la armonía moral. Es decir que el concepto ético estaba, para este pensador, indisolublemente unido a la práctica política.
Su pensamiento se orientó en general hacía una filosofía del orden social. Para ello se basó en un período histórico ideal, los primeros tiempos do la dinastía Chu, durante los cuales tanto el emperador como los príncipes y el pueblo profesaban un gran respeto por el orden.
Para Confucio el gobierno significaba sobre todo, “cada cosa en su justo lugar” y en particular, en el ámbito de la sociedad, por la cual se interesó más que por el individuo. Y habló muy claro con respecto a qué necesitaba la China, para superar los males sociales: “Para gobernar bien bastará que el príncipe sea príncipe; el ministro, ministro; el padre, padre, y el hijo, hijo’
Debido a su gran fama de sabio, se lo consultaba ante cualquier descubrimiento de restos arqueológicos; respondía siempre con prontitud y dominio de la materia.
Tal fue el prestigio de la sabiduría de Confucio, que se afirma que tuvo setenta y dos discípulos y tres mil seguidores, por lo cual se lo describe como un brillante maestro. Él mismo se consideraba un tzu, es decir, un maestro, no un filósofo. «No enseñaré a quien no sienta ganas de aprender—proclamaba Confucio— y no explicaré nada a quien no se esfuerce en aclarar las cosas por su cuenta. Y si explico un cuarto de la verdad, y el alumno, pensando y reflexionando él solo, no deduce los otros tres cuartos, no pienso seguir instruyéndolo.”
Luego de abandonar su tierra y el poder por catorce años, volvió a la patria. Así, a los sesenta y siete años (en el 484), comenzó su período más fecundo como compilador de textos y como filólogo. Según sus propias palabras, trataba de recorrer la tradición, más que de renovarla. Ya en su vejez, publicó antiguas canciones y dejó una compilación de documentos históricos denominada Shu Ching.
El único libro que escribió fue el Ch’un Ch’iu, en el que se ocupa, fundamentalmente, de restablecer el respeto por las jerarquías.
La obra más importante de la enseñanza confuciana no fue escrita por el propio Confucio, sino por sus discípulos y se halla reunida en Los cuatro libros clásicos o Shú. Se trata de la colección de diálogos, frases y sentencias pronunciadas a lo largo de su vida.
El pensamiento y las enseñanzas de Confucio se recopilaron en sus Analectas (Lunyu), cuyos veinte capítulos recogen principalmente las máximas del “Gran Sabio” y las breves discusiones que solía mantener con sus discípulos. Este libro fue para la antigua China lo mismo que la Biblia para Occidente. A los civiles se les recomienda que se comporten de acuerdo con lo expuesto en esta obra; y a quienes desean ser funcionarios y dedicarse a la política, se les aconseja que la estudien a fondo. Un antiguo dicho chino reza así: “Con la mitad de las Analectas podrás gobernar el país”; eso quiere decir que para gobernar bien un país basta con dominar la mitad de la teoría expuesta en este libro.
Según la tradición, Confucio habría agregado algunas secciones a obras, como el I Ching, el clásico Libro de las mutaciones, libro oracular y sapiencial. Probablemente fueron suyas las directivas para la elección de los textos y para su interpretación ética, si bien Confucio no vaciló en criticar los abusos de la adivinación.
Según palabras de Liv Yutang, escritor y filólogo chino contemporáneo, “Confucio fue maestro de la piedad filial y conservó intacta en su memoria una imagen idealizada del padre. Al principio, el muchacho cuidaba rebaños, pero luego iniciaría sus estudios por cuenta propia.
Poseedor de una fértil imaginación histórica y aun cuando más tarde se mostró como el mayor de los moralistas chinos, alentó siempre una gran pasión hacia la historia antigua, sobre todo, la de un milenio antes de su época y también afirma Liv Yutang: “El sabio murió a los setenta y dos años, gozando fama de gran maestro, pero desconocedor de la influencia que ejercía sobre el pueblo chino.
El propio Confucio sintetizaba su vida con estas palabras: 14 los quince años, mi espíritu se hallaba ocupado en la búsqueda de la verdad mediante el estudio; a los treinta, ya había encontrado principios sólidos e inmutables; a los cuarenta, ya había superado todas las dudas y vacilaciones; a los cincuenta años, conocía la ley que el Cielo ha impreso en todos los seres para que se dirijan a su propio fin, a los sesenta, conocí con facilidad las causas de todas las acciones; a los setenta, satisfice los deseos de mi corazón en su justa medidas.
Sentía un interés extraordinario por la política, hecho sorprendente si tenemos en cuenta que vivió en una época muy intranquila. El emperador reinante no era más que un títere. En realidad, quien mandaba era la poderosa nobleza. Para costear sus continuas guerras, el pueblo fue esquilmado por completo, y Confucio, que conocía bien tales problemas por su propia miseria, decidió dedicar su vida a buscar una solución que subsanara tanta arbitrariedad. Llegó a la conclusión de que la única posibilidad era establecer una nueva política de gobierno. El soberano no debía considerar como lo más importante la consecución de su propio bienestar, sino la felicidad de todos sus súbditos, y así señaló al emperador el objetivo sagrado de conseguir esto. Los impuestos, que habían llegado a extremos inaguantables, tenían que reducirse considerablemente; debían suprimirse los castigos crueles e inhumanos, porque sólo donde hay paz puede haber felicidad.

Mata Hari


la leyenda de una bailarina que se convirtió en espía

Infancia y juventud
Llamada Margaretta Zelle, nació en Leeuwarde, Holanda el 7 de agosto de 1876. Su padre era holandés pero su madre, si bien de la misma nacionalidad, era de ascendencia javanesa, es decir, de la isla de Java, antigua colonia holandesa en el Pacífico Sur. Dicha combinación racial y cultural le dio a la joven Mata Hari una increíble belleza física, así como un gran misticismo y exotismo, que más tarde le serviría para alcanzar todo lo que se propusiera. Su padre poseía un taller de sombreros que podía mantener a la familia en sus necesidades básicas, y así, en medio de ese entorno, creció la bella niña, hasta que a los catorce años quedo huérfana de madre, y su padre Adam Zelle, le daba más importancia a su trabajo como sombrerero, que a su propia hija. Fue así que  la adolescente fue encomendada a un tío, en la provincia de La Haya, donde la joven pudo continuar un desarrollo normal.
Matahari y su esposo: McLeod
Desde joven los hombres caían bajo el “complejo de Lolita” que esta bella muchachita inspiraba, y eso fue lo que le causó más problemas antes que los estudios, la huerfandad o el dinero. Sin embargo,  nadie parecía atraerle hasta que a los escasos 17 años, y revisando una de esas tantas revistas con ofrecimientos matrimoniales, pudo divisar el  ofrecimiento  de un oficial de las Indias Orientales Holandesas, que gozando de licencia, quería conocer a una joven con fines serios, es decir, para casarse. Margaretta, quizá para cambiar en algo lo monótono de su vida, respondió al aviso y así, ella y el ofrecido, Rudolph McLeod,  hicieron contacto. A pesar de la diferencia de edades, pues el oficial  le llevaba veinte años,  se casaron casi tres meses y medio después. Un año y medio después,  Margaretta ya tenía su primer hijo. A pesar de su condición civil,  los pretendientes nunca le faltaron, lo que es más,  el matrimonio se complicó un poco debido a la coquetería de la joven esposa. Al final,  McLeod fue solicitado a las Indias Orientales Holandesas y marchó con su familia, su esposa y su hijo hacia la colonia. La vida allí demostró ser un gran desastre; las peleas fueron en aumento, el mal clima del lugar generó una epidemia que mató al primogénito y además estaban los infaltables pretendientes y los coqueteos de su esposa, y como platillo final,  McLeod no fue ascendido como se esperaba. Para el año de 1902 regresaron a Holanda tácitamente separados. Fue así como Margaretta solicitó el divorcio, en mal momento tal vez, ya que tenía otra hija, de cinco años. Con esto el marido se iría, sí, pero con todo y dinero y con su hija, pues Mata Hari perdió el juicio de potestad. Como se conocía bien,  la joven, una vez marchado el marido, sabía que su única arma para sobrevivir era su belleza física.

Margaretta adulta busca consolidarse en el mundo

En primer lugar marchó a París a busca fortuna, una de las principales urbes del mundo, con gran fama, pero cuando la joven madre se instaló allí se llevó la gran sorpresa de que no todo era como se lo habían contado.
Con pocas monedas en los bolsillo, padeció hambre, pero su belleza se mantuvo incólume hasta que consiguió un trabajo como modelo para fotografía, mal pagado por cierto, y tuvo que regresar a Holanda. En 1904 y luego de una intensa búsqueda, fue admitida en el Circo Moliere, donde se presentaba montando caballos en diversos números bajo su primer nombre artístico “Lady MacLeod” (en honor a su ex-esposo), pero sabía perfectamente que tenía aún mucho potencial que explotar. Pronto el director del circo le dio un papel más osado, un número de baile pícaro, tuvo que aprender a bailar y a moverse y también a desinhibirse, y bien dicen que cuando el hambre aprieta, la vergüenza afloja, y en efecto, así fue.
Poco tiempo después fue suficiente para que se convirtiera en una excelente bailarina, sus casi desnudos combinados con una refinada sensualidad al estilo oriental cautivaron a más de uno. Así cambió pronto su nombre al de Mata Hari que en lengua oriental quería decir “Ojo de la mañana”. Además, como toda buena artista reconocida, tuvo que borrar su pasado para darle uno mejor al público, una nueva identidad que se pudiese comprender y le diera cierto misticismo, en pos de esto alegó haber nacido al sur de la India, en la ciudad de Jaffnapatam, ser descendiente de los brahmanes y hasta llegó a inventar nombres indios para sus propios padres.
Las revistas y la sociedad de la época le inventaron rumores acerca de su vida, muchos conocían su verdadera historia con MacLeod, pero sólo parte de ella, el desenlace y los enredos que se comentaban entre la sociedad eran totalmente distintos, y hasta parecían graciosos. En sí, todo esto le sirvió para incrementar su fama y acercarla a lo que ella más quería: las clases altas. ¿Por qué?, pues por la sencilla razón que le apasionaba la vida de lujo que nunca pudo tener, quería poseerlo todo y no privarse de nada. Como los pretendientes nunca le faltaron, y mucho menos los de alta alcurnia, sus sueños no parecían tan lejanos de la realidad… y así vinieron varias relaciones efímeras que supo aprovechar. Uno de los comprometidos más famosos fue Alfred Kiepert, teniente de húsares que inclusive la llevó con él a Berlín, pero la dama amaba mucho la libertad, y lo dejó de lado para buscarlo sólo cuando le hacía falta. Esta época probablemente fue la mejor de su vida, los amantes iban y venían, la llevaban a conocer Europa a cambio de sus favores sexuales y de su compañía, cuando se aburría o las cosas no iban bien, sencillamente ponía punto final.
Pero acercándonos a la funesta fecha de 1914, el clima belicista en Europa era bastante desalentador para todos, y el dinero debía guardarse, a pesar de que aún en la Belle Epoque el derroche era algo común, todos podían “oler” en el ambiente, un largo período de decadencia y pobreza que en caso de estallar una guerra, se generaría. La pregunta era dónde se haría más fuerte. Para Mata Hari las cosas también fueron duras poco antes de la guerra, y sus espectáculos se limitaron a lugares menos concurridos y de “tibio” prestigio. Cansada de esperar al hombre ideal, que se traduce en poder y dinero, marchó a Alemania en busca de nuevos horizontes.
Así llegó a Berlín en el año de 1914, nada más funesto, pero al menos tenía una entrevista para una revista musical, y Kiepert podría seguir aportándole algún dinero de vez en cuando. Cuando estalló la guerra actuó rápido, y tremendamente preocupada consiguió la ayuda de un amigo holandés que la llevó a su país de origen. Una vez allí, y debido a la escasez que provocaba la guerra, se vio obligada a conseguir otro hombre, esta vez: Van der Capellen, con vínculos entre la aristocracia y el ejército, sería su “protector” por decirlo de algún modo. Y así consiguió un amante que de verdad valía la pena; aunque para disimular un poco se presentaba esporádicamente en sus shows tradicionales, para así hacerse conocida también en su propia tierra; y a esta altura ya era considerada totalmente en los medios como una vedette más que como una modelo. ¿Qué había sido de su hija?; pues intentó recuperarla o al menos verla varias veces, pero el padre siempre se opuso, al igual que la ley, pues la progenitora era considerada dueña de una vida “muy libertina”; al final nunca vería a su hija más que una que otra vez a escondidas, y el retoño del frustrado matrimonio moriría joven, pocos años después que Mata Hari.
En su vida personal las cosas no iban mucho mejor, Van der Capellen significaba estar atado a alguien y esto era precisamente lo que ella no quería. En Amsterdan las cosas también se hacían monótonas, mientras que la guerra parecía iba a ser prolongada. Es más, en sus múltiples reuniones sociales, se topó una que otra vez con algún alemán, entre ellos un cónsul llamado Kramer quien la entusiasmo hablándole de la calidad de vida que algunas personas, a pesar de la guerra, podían darse en las ciudades del primer mundo, así que como Holanda era demasiada aburrida para ella, decidió volver a París. Sin embargo, la visa le fue negada, antes que nada porque las autoridades inglesas aliadas develaron que Mata Hari tenía cierta ascendencia alemana y sus innumerables relaciones con hombres de esta nacionalidad la hacían muy sospechosa.
Su amante favorito y el inicio del final
Al final tuvo que llegar a París vía España, pero ya se había percatado que su presencia podía ser muy sospechosa. En su lista de innumerables amantes ya figuraban hombres de las más variopintas nacionalidades, desde rusos, pasando por italianos y hasta montenegrinos, todos de la alta sociedad por supuesto. Pero como de todos siempre existe un preferido, en estos años el afortunado llevaba el nombre de Vadim Maslov, un joven ruso. Pero la guerra hizo imposible que se vieran seguido, y cuando su amante fue herido y Mata Hari se enteró, no lo pensó dos veces y decidió marchar a Vittel, en plena zona militar, quién sabe que fuerzas obligaron a una mujer dueña de muchos corazones a una decisión tan arriesgada.
Como necesitaba un permiso especial para visitarlo, entre sus influencias pudo encontrar la gente adecuada y obtener un salvoconducto y a través de su conocido, el general Hallaure, se le consiguió una cita con el capitán Georges Ladoux. Y aquí, sin querer, empezó todo. ¿Por qué?, pues por la sencilla razón de que la llegada de Ladoux a la vida de esta fémina la cambiaría para siempre. El trabajo de este militar era interceptar y descubrir a los espías alemanes, y cuando fue informado que se necesitaba hacerle un favor a una joven, Ladoux inmediatamente pensó que se trataba de un espía alemán. Después de todo se le dejó marchar y pudo visitar a Maslov, para luego cumplir una cita con Ladoux. En la misma, se fue directo al grano y Mata Hari, si bien “negó” que fuese una espía alemán, prácticamente se adelantó a cualquier designio del militar y se ofreció “amablemente”, a cambio de una jugosa cantidad de dinero, a fingir ser lo que Ladoux creía que era: una espía. Surgió al acuerdo y como primer campo se le designó España, de ahora en adelante trabajaría para los franceses.
A la tierra católica por excelencia llegó en noviembre de 1916, lejos del apogeo de la guerra, instalándose en Madrid, no obstante Ladoux le envío un vigilante, algo un tanto molesto para ella, que siempre se esforzaba por mostrarse tan independiente. Alegando que tenía una cita amorosa se deshizo de él, pero los agentes pronto reemplazaron la vigilancia y al final determinaron que se habían realizando algunas llamadas de teléfono público y al final siendo rastreadas se había determinado que habían tenido como destino el banco y el consulado germanos. Luego, para incrementar las sospechas, Mata Hari regresó a Holanda, haciendo escala en Gran Bretaña. Allí se le confundió con una espía alemana, fue arrestada y conducida a Londres. Algo asustada llamó al cónsul holandés y éste a Basil Thompson, un comisionado de policía, para que la liberase de inmediato.
Este último le sugirió volver a Madrid, pues en otros lares las cosas siempre estarían dificultosas para ellas, por temor a que pueda ser confundida como espía, y lo cierto es que no se sabía exactamente que era exactamente esta mujer…si espía, una diversión para despistar a los agentes, si estaba al servicio de los alemanes, o una loca aventurera que se había envuelto en ese ámbito por casualidad o desgracia. Pero ante tanta sospecha, decidió entonces hacer lo que todo el mundo sospechaba de ella: espionaje, y vivir de ello. Como España era el país neutral, se marchó allí. Nuevamente regresó a las andadas y anduvo con varios hombres, entre ellos el mayor alemán Kalle, quien en las noches que pasaba con ella lograba “emitir” jugosos datos acerca del frente y así se supo el plan alemán de copar a los franceses en Marruecos, lanzando submarinos y soldados. No muy lejos de allí estaba el homónimo galo de Kalle, llamado Devignés, quien también había caído en las redes de la astuta fémina, y que obtuvo un par de datos. Empero, no fue suficiente y poco tiempo bastó para que en los medio sea reconocida como una agente alemán, cuando en realidad nunca se vio muy inmiscuida en tal cosa. Devignes empezó a evitarla y ella marchó a París a aclarar las cosas, pero todos le huían, inclusive Ladoux la dejó plantada.

Detención y muerte

Y así sucedió lo impensable, pues el 12 de febrero de 1917 fue arrestada en París. Antes del juicio se le sometió a los típicos y tortuosos interrogatorios, a cargo de Pierre Bouchardon, quien no se dejó impresionar por la misteriosa belleza de la muchacha, y ante tanta presión y a la luz de algunas evidencias, la muchacha terminó confesándolo todo. Mata Hari contó que en mayo de 1916, cuando se hallaba en La Haya, un alemán, llamado Herr Kramer si la memoria nos falla, le ofreció 20 mil francos para trabajar como espía de ellos. Luego la bautizó como H21, además de brindarle una boletilla con tinta invisible para fines de correspondencia. Según ella se había embolsado el dinero y jamás había colaborado con grandes datos. Bouchardon además, curioso, preguntó el porque frecuentaba oficiales, en especial aliados, a lo que Mata Hari sencillamente alegó que era porque siempre era así, y vaya que les fascinaban. Sin embargo pese a toda su confesión esta vez estaba sola, y casi todos sus amigos la abandonaron. El juicio a Mata Hari comenzó el 24 de julio de 1917 y a pesar de que no existían grandes pruebas y se había defendido como pudo, revelando varios nombres de sus amantes ahora indiferentes, fue declarada culpable y a la pena de muerte. No lo podía creer. De hecho, todos sus ex-amantes que se encontraban en el medio se mostraron indignados. La mayoría esperaba un castigo de un par de años; durante el juicio había llegado a decir: “Seré ramera, sí, pero jamás una traidora”.
El 14 de octubre de ese año, un cortejo, con un médico y una monja incluidos llegaron a su celda para bendecirla antes de partir. Todo fue un teatro, y ya vestida, marchó hasta un automóvil que la condujo hasta el lugar indicado, ayudó a la monja a descender y con total valentía, quizá porque era consciente de que era inocente, no permitió que se le vendara o que la amarraran. No mucho después se ponía fin a aquella vida.
Nadie reclamó el cuerpo y fue regalado a los estudiantes de medicina de un hospital de París. Ese fue el precio que tuvo que pagar Mata Hari, una espía apenas, pues en realidad se trató más de una improvisada, la cual dejó de ser rentable para uno y otro bando (nunca se sabrá con certeza para cuál).
A LEYENDA DEL AJEDREZ: Una antiquísima leyenda cuenta que Sheram, príncipe de la india, quedó tan maravillado cuando conoció el juego del ajedrez, que quiso recompensar generosamente a Sessa, el inventor de aquel entretenimiento. Le dijo: “Pídeme lo que quieras”. Sessa le respondió: “Soberano, manda que me entreguen un grano de trigo por la primera casilla del tablero, dos por la segunda, cuatro por la tercera, ocho por la cuarta, y así sucesivamente hasta la casilla 64”.
leyenda del ajedrez
El príncipe no pudo complacerle, porque el resultado de esa operación S = 1 + 2 + 4 + … + 263 es aproximadamente 18 trillones de granos. Para obtenerlos habría que sembrar la Tierra entera 65 veces.
Pulula por los círculos matemáticos un sorprendente final de la historia. Sheram, preocupado al haber empeñado su palabra, mandó llamar al matemático del reino, un tal Pepe Martínez Aroza, el cual razonó de la siguiente manera:
“Alteza, puesto que no tenéis trigo suficiente para pagar la deuda contraida con Sessa, igual os daría deberle aún más. Sed, pues, magnánimo y aumentad vuestra recompensa a la cantidad S = 1 + 2 + 4 + 8 + … hasta el infinito. Observad que, a partir de la segunda casilla, todas las cantidades a sumar son pares, lo cual nos permite escribir S = 1 + 2 × ( 1 + 2 + 4 + 8 + … ), o lo que es lo mismo, S = 1 + 2 × S. Ahora, vos mismo podéis resolver esta sencilla ecuación de primer grado y, veréis que la única solución es S = -1. Podéis decir a Sessa que no solamente puede considerarse pagado con creces, ya que habéis aumentado enormemente vuestra recompensa, sino que actualmente os adeuda un grano de trigo.”

Rene Pineda

EL PAPA GREGORIO MODIFICA EL CALENDARIO JULIANO
CALENDARIO GREGORIANO: Sistema definido por reglas para designar las divisiones del tiempo en años, meses, semanas, días, determinando fechas y feriados.  Se supone que los primeros rudimentos en la materia se remontan al 2000 a. de C., cuando se construían alincamientos de piedras para determinar el paso de cada día, el tiempo de repetición de la Luna o reiteración de las estaciones.  Los más antiguos calendarios conocidos se basaban en la Luna y sus fases, porque ofrecían a los observadores ciertas constantes repetibles y luego previsibles.
La India, China, Mesopotamia, Grecia, Roma, tuvieron diferentes tipos de calendarios y los mayas dividieron el año en meses de 18 a 20 días con un período de cinco días al final del año para ceremonias o rituales.
La piedra calendario azteca es un disco labrado con exquisita firmeza y precisión, presidido al centro por la imagen del Sol con la lengua afuera, indicando que está brillando.  Su rostro está rodeado por los cuatro puntos cardinales o las cuatro creaciones del mundo y sus consiguientes catástrofes.
La primera destrucción producida por el tigre; la segunda, por los vientos; la tercera, por las lluvias y la cuarta, por el DILUVIO.  Ellos vivían el quinto tiempo o el quinto Sol.
Como el año solar estricto tiene una duración real de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos, se acumulaban esas horas de más y se producían serias discrepancias con el paso del tiempo.
En tiempos de Julio César, los romanos manejaron un calendario con suficientes errores como para que llamaran al astrónomo Sosígenes para encuadrarlo.  Así fue como al año 46 a. de C. se le otorgaron 445 días de duración.
En 1582, el papa Gregorio XIII ordenó que se saltearan 10 días y que los años bisiestos sólo lo fueran cuando resultaran divisibles por 400.  Se determinan, además, cuando las dos últimas cifras son divisibles por 4 (1912, 1916, 1944, 1996).  Los años seculares no son bisiestos a menos que sean divisibles por 4 sus primeras dos cifras: 1900 no fue bisiesto y el 2000 sí.
Desde el calendario gregoriano, todos los años tendrían 365 días y cada cuatro años habría un bisiesto de 366.  Bisiesto proviene del latín porque según el cómputo romano el 28 de febrero que en los años ordinarios era el sexto kalendas martzz, con el agregado de un día más a febrero pasó a serbl’sexto kalen das martii.
El año 2000 del calendario gregoriano corresponde al 6236 del antiguo calendario egipcio; al 5760 del calendario judío; al 5119 del antiguo calendario maya y al 1420 del calendario musulmán.
El año platónico, año perfecto o gran año, Annus magnus, es un ciclo que los astrónomos griegos estimaron en 26.000 años, al fin de los cuales todos los cuerpos celestiales retornarían al mismo lugar que ocupaban en el momento de la Creación.




Rene Pineda
El experimento de las tortugas



Richard J. Dennis, nació en Chicago, en enero de 1949, quien pocos años después y muy joven llego a ser conocido como el príncipe del Pit. El "Pit" es la estructura octogonal donde los traders del mercado de derivados de Chicago cruzan sus operaciones a viva voz, manos en alto y con un frenesí como se pueden apreciar en muchas películas americanas.

Con tan solo 17 años, este joven trader comenzo a trabajar en el parquet de la Chicago Mercantile Exchange, inicialmente llevando las órdenes en papel de un lugar a otro. Poco después y ante su pasión por el trading, quiso soslayar la regulación que exigía que un trader tuviera como mínimo 21 años y contrato a su propio padre, para que actuara en su nombre y siguiendo sus ordenes.

Sin lugar a dudas un excepcional trader nato, quien se convertiría en sinónimo de éxito al conseguir con tan solo 26 años convertirse en millonario especulando principalmente con los futuros de la semilla de soja, y habiendo comenzado con tan solo 1,600 dolares.

A principios de la década de 1970, se inicio con un préstamo de $ 1.600 y al parecer ganó $ 200 millones en diez años. Cuando un fondo de comercio de futuros bajo su administración sufrió pérdidas significativas en la crisis bursátil de 1987, se retiró de la negociación durante varios años.

Unos años más tarde, comenzó a negociar por su propia cuenta en el Mid-America Commodities Exchange, un lugar donde de nivel de entrada se negocian los contratos de "mini". Para eludir una norma que obliga a los comerciantes a tener por lo menos veintiún años de edad, trabajó como su propio corredor, y contrató a su padre.

Dennis obtuvo una licenciatura en filosofía en la Universidad de DePaul , luego aceptó una beca para estudios de post grado en filosofía en la Universidad de Tulane , pero luego cambió de idea y volvió a cotización.

Con un préstamo de su familia de $ 1.600 dólares, invirtió $ 1.200 en un asiento en la Bolsa de Mid-American, quedándole solo $ 400 dólares como capital de inversión. En 1970, negociando incremento esta a $ 3.000, y en 1973 su capital ya era de $ 100.000. Logro obtener un beneficio de 500.000 dólares de comercio de soja en 1974, y para finales de ese año era millonario, contando con poco menos de veintiséis años de edad.

Dennis se benefició, ya que compró sucesivamente nuevos máximos semanales y mensuales en los mercados con tendencia inflacionaria de la década de 1970, una época de malas cosechas repetidas y el " Gran Robo de Granos de Rusia "de 1972, cuando agentes de la Unión Soviética en secreto compraron el 30% de la cosecha de trigo de EE.UU. en el espacio de unas pocas semanas. Esto sentó las bases para las tendencias sólidas y sostenidas de precios en ambas direcciones para los próximos años, un período en el que "cualquier persona con un sencillo de método seguimiento de tendencias podría ganar un millón de dólares ".

A finales de 1970, compró una membresía completa en el la Junta de Comercio de Chicago y abrió una oficina para el comercio de más mercados.

Dennis cree que el éxito comercial puede ser enseñado. Para zanjar el debate sobre ese punto con William Eckhardt, un amigo y compañero de inversiones, Dennis recluto y entreno a 21 hombres y 2 mujeres, en dos grupos, uno de diciembre de 1983, y el otro a partir de diciembre de 1984.

Dennis formó este grupo, conocido como las tortugas, instruyéndolos por tan sólo dos semanas con una simple técnica de seguimiento de tendencias del sistema, comerciando una amplia gama de materias primas, divisas y los mercados de bonos, comprando cuando los precios aumentaban por encima de su rango reciente, y vendiendo cuando caían por debajo de su rango reciente. 

Se les enseñó a cortar el tamaño de la posición durante períodos de perdida, agresivamente hasta un tercio ó la mitad de la exposición total, aunque sólo el 24% del capital total se expondría en un momento dado. Este tipo de sistema de comercio va a generar pérdidas en periodos en los que el mercado está dentro de un rango, a menudo durante meses a la vez, y las ganancias se dan durante grandes movimientos del mercado.

En enero de 1984, después de que se terminó el período de formación de dos semanas, Dennis dio a cada una de las tortugas una cuenta de operaciones para que comerciaran con el sistema que el les había enseñado. Durante este periodo de negociación de un mes, se les permitió operar un máximo de 12 contratos por mercado. Cuando el período de prueba había terminadó, le dio a los pocos de ellos que habían negociado con éxito el sistema durante la prueba de un mes, cuentas que van desde $ 250.000 a $ 2 millones de su propio dinero para gestionar.

Cuando el experimento terminó cinco años después, sus tortugas presuntamente habían obtenido un beneficio total de $ 175 millones.  El sistema exacto enseñado a las tortugas por Dennis ha sido publicado en al menos dos libros y se puede poner a prueba para comprobar su rendimiento en los últimos años. El resultado de tal back test muestra una caída drástica en el rendimiento a partir de 1986, e incluso un comportamiento plano desde 1996 hasta 2009. Sin embargo, un número de tortugas (por ejemplo, Jerry Parker de Chesapeake capital, Liz Cheval de EMC, Paul Rabar Rabar de Investigación de Mercados), inició y continuó una carrera de éxito como gerentes de comercio de mercancías, utilizando técnicas similares, pero no idénticos, al Sistema de las tortugas.

Dennis ha publicado artículos de opinión artículos en The New York Times, el Wall Street Journal, y el Chicago Tribune. Él es el presidente de la Dennis Trading Group Inc. y el vice-presidente de C & Commodities D, ex presidente de la junta consultiva de la Drug Policy Alliance , un miembro de la Junta de Directores del Instituto Cato , y en el Consejo de Patronato de la Fundación Reason .